viernes, 23 de agosto de 2013

La educación a lo largo de la vida


Diplomado en formación Pedagógica 2013
Sistema Educativo en México
                                                                                              Velazquez Olvera Diana Griselda


La educación a la largo de la vida

Los seres humanos nacemos para aprender, lo único con lo que contamos es esa habilidad de poder ser y hacer. En la naturaleza, otras especies nacen sabiendo certeramente lo que serán, un osezno, por ejemplo, sabe que será un oso, no existe otro camino; pero un niño recién nacido, tiene muchos caminos a elegir, puede ser médico, abogado, taxista o cualquier otra profesión u oficio existentes,  o incluso tener la creatividad para crear uno nuevo.  Pero existe algo de lo que ningún ser humano puede escapar, el ser aprendiz y educador, cada uno de nosotros lo hemos sido, lo somos ahora y lo seguiremos siendo durante toda nuestra existencia. Porque la tarea más importante del ser humano es enseñar a otros como ser un humano.
Al nacer aprendemos de nuestros cuidadores, pero también de los pares, ya sean hermanos primos o vecinos, y ellos también aprenderán de nosotros. En esta socialización primaria, la familia a la que el niño pertenece,  comienza a modelar sus intereses, sus actitudes, sus sentimientos y la forma en la que los afrontara, se establecen los valores necesarios para la convivencia, así como el respeto a las autoridades y reglas. Es esta socialización lo que al niño le da las herramientas sociales necesarias para llegar a la escuela, la responsable de la socialización secundaria, en la que los niños aprenden partiendo de las habilidades, conocimientos, aptitudes y valores que de la familia ha aprehendido. En esta etapa, los profesores son parte esencial, ya que nos estimulan a seguir aprendiendo, nos muestran un mundo distinto al que conocemos y sobre todo nos ofrecen la  gran oportunidad de ampliar la percepción de nuestra realidad.
Partiendo de esto, sabemos que nunca dejamos de aprender, que cada día podemos ampliar nuestros conocimientos formales o informales, por ello la idea de una educación para todo la vida no es solo un planteamiento sino una realidad. Sin embargo, es la realidad la que no permite su realización, los humanos que somos ahora, carentes de respeto, de compromiso, egoístas e individualistas, no nos permite ser de quien alguien pueda aprender. Ni siquiera quienes se  hacen llamar profesores, cuántas marchas, protestas y desmanes han protagonizado, en lugar de hacer su trabajo, de enseñar, por lo menos los conocimientos concretos que se supone ellos pueden transmitir, y en lugar de eso solo nos muestran su falta de ética, su incapacidad de compromiso, su desinterés. Si aunamos a esto la explotación desmedida de la tecnología, pues no es sorprendente que los niños no sepan la razón de las celebraciones absurdas de nuestra “independencia”, que su identidad se forme a partir de la camiseta que portan, de la música que escuchan o de los videojuegos en los que participan, la información ahora es tanta que la apatía se encarga de sobrellevar nuestra existencia. Siendo la información la materia prima del conocimiento, la ceguera de nuestra sociedad no permite llegar tal y mucho menos a saber qué hacer con él, en una sociedad inmersa en la apatía, carente de la mayor parte de conocimientos,  cegada por artilugios informáticos, mediatizada completamente, la única forma de despertar es con educación. Pero desde siempre ha sido esta la opción y seguimos en lo mismo, desde los años 70´se habla de la educación para toda la vida, se trasformó en educación para todas las edades, en la ampliación de la escolaridad; en los 90´se planteó la educación mínima y la necesaria, que también incluía la actualización constante. El aprendizaje a lo largo de la vida se mira como la llave de acceso al siglo XXI, impulsada por tres fuerzas tanto sociales como económicas: competitividad, cooperación y solidaridad, y que con ello se logre una ciudadanía activa, participante en los procesos políticos, que logren la realización personal y la integración social.Pero esta utopía es solo eso, la realidad nos remite a la corrupción, la explotación, al compadrazgo y no a los conocimientos.
Es por ello que aunque existan cursos para la actualización docente, de capacitación o se busque un nuevo perfil, sin un cambio radical en quienes llevan las riendas del sistema educativo, este objetivo será nuevamente una meta sin alcanzar.











Bibliografía:
Delors, J. (1996). La Educación encierra un tesoro. Madrid: Santillana
Morin. E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. México: Unesco
Sanz, F. (2003). La educación durante toda la vida. Revista Electrónica Sinéctica, Febrero-Julio, 21-29.
Armario, T. (1999). El valor de Educar. Recuperado de www.respublicae.net.


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