miércoles, 14 de agosto de 2013


IDEALIZACIÒN O REALISMO EN  LA EDUCACIÒN
Considerando que es necesario y de suma importancia  adaptarnos al constante cambio en el que vivimos en este planeta, para este ciclo escolar 2013-2014 ,la Secretaria de Educación Publica ,emprende un conjunto de acciones orientadas a entender tres prioridades educativas  que permitan  fortalecer a la escuela  en el cumplimiento  de su misión .Y por consiguiente se menciona que el Articulo  tercero Constitucional  ha sido reformado para garantizar a todos los mexicanos el derecho  a una educación, que además de laica, gratuita y obligatoria ,sea de “calidad”. Este nuevo concepto  entendiéndose como  “Competencia”; comprendiéndolo en el buen sentido de la palabra: Aquello que el alumno aprenda, sea funcional para su diario vivir.  Y reconociendo que esto no se lograría sin el gran apoyo del profesional docente, que debe darse de manera colaborativa, pero bien se ha dicho que México es una algarabía, pues ahora corresponde echar andar este nuevo plan en el sistema educativo.
 Y Haciendo consciencia  en pleno siglo XXI, nos encontramos en la necesidad  de replantar el objetivo de la educación, (Cépeda 2007),señala como ser de la educación  la conducción de posibilidades al ser humano en su unidad trinitaria donde radican las posibilidades de su ser, educar es conducir al ser humano hacia sus auténticas posibilidades, hacia esas posibilidades que, en propiedad, puede hacer efectivas  –desde su ser–  íntegras y trinitarias: óntica, afectiva y espiritualmente, bajo una mentalidad sistémica articuladora de los diferentes saberes. La educación se comprende, entonces, como un ejercicio de posibilitación y de realización del ser del ser humano. La familia, la institución escolar, la sociedad y, en alguna medida, el mismo ser humano, son quienes le conducen y le facilitan, en el mejor de los casos, el desarrollo de sus propias posibilidades, descubrir en su ser las capacidades con que puede realizarse en ese su ser de ser humano, conducirlo hacia sus auténticas posibilidades, en lo que vienen a ayudar no someramente todos los saberes (de entre los cuales el currículo escolar enfatiza aquellos de las ciencias y las artes). Es así como, por la educación, nuestro ser tiene sentido. Comprender, de fondo, nuestro ser como puro comprender nos salva de los apegos puesto que, al fin y al cabo, cada uno tiene su modo de comprender las cosas. La realidad hermenéutica del ser humano le impele a comprender (dentro del mismo comprender humano) la comprensión (bajo diferente horizonte) del otro, con que el otro comprende y me comprende. Apegarse a un modo de comprensión (¡y a una interpretación particular!) es no comprenderse, en su más íntimo ser, como puro comprender, corriendo el riesgo de perder el sentido. El ser humano que comprende con toda claridad que su ser radica  –se enraíza–  en el comprender se libera de los dogmas y de las leyes por él sancionadas; el ser humano que comprende que en el otro deviene su propio horizonte de comprensión y que en las cosas su realidad resulta siendo una verdad interpretada, se salva de los apegos. Siguiendo esta misma línea  y de acuerdo con (Whitehead ,1957 citado en  Hernández ,2004) considera que en las escuelas de la antigüedad se aspiraba a impartir sabiduría, en los modernos colegios de nuestra época el propósito es más humilde: enseñar materias.
Los ideales descienden al nivel exclusivamente de la práctica, lo que conduce al estancamiento de las aptitudes de los alumnos, en particular cuando la formación intelectual se concibe como la simple adquisición de habilidades mecánicas y de fórmulas establecidas para expresar información.
Por lo que propone, en principio, defender la importancia de los ideales educativos distinguiendo entre educar e instruir. Cuando los profesores se dedican a instruir tienen como finalidad impartir conocimientos o crear habilidades; en cambio, si los docentes se proponen educar su finalidad es infundir sabiduría. En palabras del autor: “La finalidad de la educación es infundir sabiduría, la cual consiste en saber usar bien nuestros conocimientos y habilidades. Tener sabiduría es tener cultura y la cultura es la actividad del pensamiento que nos permite estar abiertos a la belleza y a los sentimientos humanitarios.” Asi mismo  defiende la relevancia de impartir sabiduría, cultura, como uno de los fines de la educación. Considera que la simple instrucción favorece las ideas inertes, es decir, los conocimientos muertos, el conjunto de pensamientos que la mente recibe pero no utiliza, verifica o transforma en nuevas combinaciones. Una sociedad que da lugar a las ideas inertes debilita los ideales educativos, permitirlo resulta inútil y perjudicial.
Para superar las ideas inertes, el estancamiento mental, el filósofo propone que las instituciones educativas y el docente deben asumir dos premisas: “no enseñar demasiadas materias y lo que se enseña, enseñarlo a fondo.”
Una característica de la educación que se propone lograr el ideal de la sabiduría es otorgar conocimientos útiles, siendo indispensable que el profesor vincule este saber con el interés del alumno, pues en cualquier disciplina a impartir se debe exhibir la importancia del “aquí y del ahora. “Obtener conocimiento es uno de los principales objetivos de la formación intelectual. Sin embargo, existe otro ingrediente que tiene mayor predominio e importancia: la sabiduría. Ésta no se puede poseer sin tener cierta base de conocimientos, pero es factible tener sólo información y permanecer carente de ella.
Hay que distinguir entre erudito y sabio (o culto), el primero posee conocimientos amplios adquiridos por el estudio en una o varias materias, en cambio, la persona sabia o culta es poseedora de esos conocimientos, sabe usarlos, los domina en función de los valores más altos del género humano, como son: la creatividad, la tolerancia, la veracidad, la justicia.
Luego entonces , es de manera necesaria   preguntarnos en que posición estamos y como es que formulamos esta necesidad de generar en las aulas personas  que no solamente sean  poseedoras del conocimiento ,porque ya la demanda laboral fuera de las instituciones se exige el perfil de un estudiante de manera  integradora ,donde implique la facilitación  y aplicación  del conjunto de habilidades que posee el estudiante ,y la inmersión al mundo capitalista ,de acuerdo con (Delors,1996)  plantea que debido a la presión del progreso técnico y la modernización, durante el periodo que nos ocupa ha venido aumentando en la mayoría de los países la demanda de una educación con fines económicos. Las comparaciones internacionales ponen de relieve lo importante que es para la productividad el capital humano y, por consiguiente, la inversión en educación. Las relaciones entre el ritmo del progreso técnico y la calidad de la intervención humana se tornan cada vez más visibles, así como la necesidad de formar agentes económicos capaces de utilizar las nuevas tecnologías y manifestar un comportamiento innovador. Se exigen nuevas aptitudes y los sistemas educativos deben responder a esta necesidad, no sólo garantizando los años estrictamente necesarios de escolaridad o de formación profesional, sino formando científicos, personal innovador y tecnólogos de alto nivel. Asimismo se puede situar en esta perspectiva el auge experimentado estos últimos años por la formación permanente, concebida ante todo como acelerador del crecimiento económico. En efecto, la rapidez de las mutaciones tecnológicas ha dado lugar, en las empresas y en los países, al imperativo de la flexibilidad cualitativa de la mano de obra. Es primordial seguir e incluso preceder los cambios tecnológicos que afectan permanentemente a la índole y organización del trabajo. En todos los sectores, incluida la agricultura, se requieren competencias evolutivas articuladas a la vez en conocimientos y competencias profesionales actualizadas. Esta evolución irreversible se opone a la rutina y las calificaciones adquiridas por imitación o por repetición y se constata que son cada vez más importantes las inversiones denominadas inmateriales como la formación, conforme produce sus efectos la «revolución de la inteligencia». En estas circunstancias la formación permanente de la mano de obra adquiere la dimensión de una inversión estratégica que entraña la movilización de varios tipos de agentes: el sistema educativo, los formadores privados, los empleadores y los representantes de los asalariados. Así pues, en numerosos países industrial izados se observa un aumento considerable de los recursos financieros asignados a la formación permanente. Todo indica que esta tendencia se va a intensificar a raíz de la evolución del trabajo en las sociedades modernas. En efecto, el carácter de este último ha experimentado un profundo cambio durante los últimos años, en los que se ha observado en particular un aumento neto del sector terciario que hoy emplea la cuarta parte de la población activa de los países en desarrollo y más de las dos terceras partes de la de los países industrializados. la aparición y el desarrollo de «sociedades de la información», así como la continuación del progreso tecnológico, que constituye en cierto modo una tendencia importante de fines del siglo xx, subrayan su dimensión cada vez más inmaterial y acentúan el papel que desempeñan las aptitudes intelectuales y cognoscitivas. En consecuencia, ya no es posible pedir a los sistemas educativos que formen mano de obra para un empleo industrial estable; se trata más bien de formar para la innovación personas capaces de evolucionar, de adaptarse a un mundo en rápida mutación y de dominar el cambio.
 Sin embrago como es posible enfrentar y hacer manejo de las posibilidades que emergen a través de las nuevas tecnologías y la globalización, que de acuerdo con (Morín, 1999) el siglo XX dejó claro que el futuro no está asegurado. No hay razón alguna para pensar que existe un progreso real. Ya vimos que la historia tiene un progreso relativo, pues también implica decadencia, estancamiento o retroceso. Tampoco contamos con bases firmes que nos hagan tener certeza de que la historia siga un curso específico o lleve alguna dirección. El curso de la historia es una secuencia de eventualidades, una suma de contingencias; el futuro es incertidumbre.  Que de acuerdo al concepto de ecología de la acción, éste consiste en aceptar que cualquier acción que emprendemos, en el momento mismo que inicia, comienza a escapar de nuestro control, de nuestra previsión. “La ecología de la acción es, en suma, tener en cuenta su propia complejidad, es decir riesgo, azar, iniciativa, decisión, inesperado, imprevisto, conciencia de desviaciones y transformaciones” (Morín, 1999. P. 47). Hasta nuestras acciones más estructuradas y planeadas, tienen en sí efectos impredecibles, efectos que no planeamos y están más allá de nuestras consideraciones, siempre parciales, de la realidad. Sin embargo, ya lo hemos dicho, esto no inclina a la anulación de la acción, sino a emprenderla bajo la conciencia de los riesgos que tiene. La comprensión, en sentido estricto, tiene al menos dos sentidos, a saber: como la facultad o capacidad para entender o discernir las cosas; o como una actitud comprensiva, es decir, tolerante Para Morín (1999), la comprensión, se encontrará vinculada a la comunicación entre las personas o así tendría que concebirse, puesto que –claro está- la comunicación no implica necesariamente la comprensión; en esta medida, propiciar la comprensión entre las personas, ante los nuevos retos que imponen las nuevas tecnología de información y de comunicación, debe ser una de las finalidades de la educación.
Cabe mencionar  como último punto  la apropiación de las ideas y ejercicio practico de estas, es de suma importancia reconocer la necesidad de  restablecer la cordialidad en la educación  y parcialidad de nuestros deberes.

 Referencias Bibliográfica

Cépeda,J., (2007). Ontología de la educación. Lineamientos de filosofía de la educación con sentido de ser.Bogòta.Whity.

Delors, J, (1996) La educación encierra un tesoro informe a la UNESCO de la comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI.Madrid.Santillana.


Hernández, C, F, (2004) Los fines de la educación. Educar para la sabiduría: propuesta de Alfred  north whitehead.  Revista Digital Universitaria Volumen 5 Número 1.Recuperado el 23 de julio 2013 en http://www.revista.unam.mx/vol.5/num1/art5/portada.htm.


Morín, E. (1999). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar el pensamiento.Argentina.Nueva visión.

Guía para  el Consejo Técnico Escolar. (2013).Secretaria  de Educación Publica.

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