Martin M. Santos
Venegas DFP 2013
Nuevo
modelo educativo, pero no tanto.
Desde las últimas décadas
del siglo pasado se ha puesto un mayor énfasis en mejorar el sistema educativo no solo en
nuestro país, sino en el mundo entero. Se ha pretendido innovar en las
estrategias de enseñanza-aprendizaje con el firme propósito de obtener como
resultado egresados con un alto índice de preparación que puedan ser
competitivos en el ya controvertido y difícil campo laboral. Desde esos años,
se había visto la necesidad de modificar los viejos paradigmas de enseñanza que
en esos tiempos eran tan populares, donde el profesor era el centro de atención
y era quien ilustraba con su enorme saber, pues tenía los conocimientos en sus
manos y que con toda la disponibilidad y buen estilo, depositaría en las
alumnos ávidos de sabiduría acerca del mundo que se ofrecía ante ellos de
manera incierta. Tristemente, cabe mencionar que dichos modelos de aprendizaje
tendían a ser monótonos y aburridos para la gran mayoría de los alumnos y no promovían el interés hacia el aprendizaje
y mucho menos por el estudio. De esta forma, nuevas ideas, perspectivas y
enfoques pretendieron cambiar los modelos educativos donde los programas ya no
estaban enfocados hacia las instituciones o los docentes; posteriormente, se
cambió el enfoque hacia los estudiantes, para permitirles reflejar los
resultados en sus aprendizajes. No obstante, a pesar de las buenas intenciones
en este episodio, los resultados no cubrieron las expectativas deseadas. Tan
solo parecía que eran temporadas de modas de estilos y estrategias de
aprendizaje. Es por esta razón y muchas más que a finales del siglo pasado la
UNESCO hizo un llamado a todas las naciones del mundo a mejorar sus prácticas
educativas, con el propósito de construir un mundo mejor para nuestras nuevas
generaciones.
En los últimos años, se ha
hecho mucha promoción e hincapié en el aprendizaje
basado en competencias, es decir, en la facultad de movilizar ese conjunto de
recursos cognoscitivos para enfrentar con pertinencia y eficacia a diversas
situaciones vinculadas a diversos contextos o condiciones sociales. Se ha manifestado que es la forma en que se debe
abordar la forma de enseñar y que es la forma en que los alumnos deben aprender
a todos los niveles de educación, desde la escuela elemental hasta los estudios
universitarios. Sin embargo, hay aspectos que no parecen relevantes en nuestra
sociedad o que simplemente no hemos considerado dentro de nuestro entorno.
Haciendo un poco de reflexión, podríamos decir que el aprendizaje por
competencias no es un modelo nuevo e innovador que surge de las aportaciones de
personalidades como Jacques Delors ante la UNESCO. En nuestro país, al inicio
de la década de los setenta, el consejo universitario de la Universidad Nacional
Autónoma de México aprobó la creación de los Colegios de Ciencias y Humanidades
(CCH), los cuales originalmente se pretendía fomentaran una nueva perspectiva
curricular y fueran el motor permanente
de la enseñanza a nivel nacional, partiendo de la premisa que el alumno debería
ser independiente en la búsqueda, en el análisis, en la investigación y
sobretodo en la insaciable exploración y aprehensión del conocimiento; es
decir, se pretendía que el alumno aprendiera a aprender mediante la
implementación de nuevas tendencias didácticas y pedagógicas que dieran
respuesta a las demandas educativas de ese entonces, y que debería complementarse con los esfuerzos
sistemáticos en las mejoras del proceso educativo y de evaluación de los
alumnos. La pregunta obligada seria, ¿Es en verdad nuevo el modelo que se está
proponiendo en nuestros días? Si bien es cierto que la UNESCO hizo ese llamado
a todas las naciones a fijar sus ojos en los resultados y mejoras de sus
propias instituciones educativas a mediados de los años noventa y que ya han
pasado más de quince años, también es cierto que desde la creación de los
Colegios de Ciencias y Humanidades han transcurrido más de cuarenta años, de
los cuales en gran parte desde entonces y hasta nuestros días, en gran cantidad
de las instituciones del territorio nacional se ha reproducido un solo modelo
(por así llamarle modelo) donde el alumno sigue siendo el receptor y el
profesor el que ilustra con los saberes. Ciertamente no se ha hecho lo que se necesita
hacer por parte de los profesores e instituciones educativas, que falta mucho
por hacer y que no es tarea fácil y mucho menos a corto plazo. Aunque demanda un
mayor esfuerzo por parte de los profesores en activo y de las nuevas
generaciones de ellos, es momento de comenzar. El profesor de hoy en día y las
nuevas generaciones de profesores deben conocer perfectamente la función que
desempeñan o desempeñarán en las instituciones educativas y tener presente que
el aprendizaje basado en competencias no es una moda y mucho menos debería
considerarse una imposición. Se debe concientizar a la comunidad docente de la
gran responsabilidad que conlleva ese rol en nuestra sociedad y de su gran
impacto, puesto que somos formadores de otras personas;
que nuestros actos tanto como individuos comunes pero sobretodo como docentes
van a afectar de una manera ya sea positiva o negativa a otras, y estas
personas afectarán o influirán en las vidas y reacciones de otros. Es necesario
entender que es una cadena de reacciones donde el día de mañana se verá reflejado
las acciones que hoy se lleven a cabo o no y que no se puede seguir culpando a
los demás por las cosas que uno mismo como sociedad o especie ha generado. No
se puede cambiar al sistema que no cubre con las expectativas educativas de la
noche a la mañana. Se debe retomar la idea que surgió hace ya más de cuarenta
años al menos en nuestro país. La
revolución que se necesita es en realidad una revolución del pensamiento
en los jóvenes y alumnos, desde el nivel que se encuentren, llámese primaria o
escuela superior. Tomando en cuenta que todos los seres humanos aprenden de
distintas formas no se trata solo de homogenizar y obtener los mismos
resultados en todos los alumnos. Se trata de aprehender el conocimiento y
hacerlo propio a pesar de las diferencias entre individuos, logrando con esto
una convivencia con armonía y respeto.
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