En
relación directa con la idea de la realidad como algo que el hombre no controla
ni domina, donde existe la evolución, el cambio y la incertidumbre junto con la
certeza y el orden, se presenta la idea de la complejidad. Lo complejo alude a
lo heterogéneo, significa entretejido, entrelazado. Se opone a “simplicidad” y
a “complicado” (Ardoino, J., 1993). Lo complicado involucra la idea de partes que
componen un todo y que pueden simplificarse para analizarlo, mientras que la
complejidad justamente alude a lo “enmarañado” a lo “irreductible”, a lo no
simplificable. Esta aproximación a la complejidad requiere de un abordaje desde
la multirreferencialidad, es decir, desde la mirada plural de distintos
sistemas de referencia teóricos, que se conservan irreductibles unos a otros.
De
acuerdo con esto, Morin (2004), señala que todo sistema no necesariamente debe
ser analizado desde una mirada holística; es decir, que “el todo” no debe
analizarse como una sola pieza. En otras palabras, para comprender el
funcionamiento e interacción de “el todo”, este se debe descomponer en sus
partes, pero estas no se pueden analizar concretamente; sino a través de la
interacción entre ellas y con “el todo”. Esto es lo que él denominó: principio
hologramático.
Por
lo anterior, la complejidad implica pensar a la realidad como conformada por
dimensiones múltiples y en muchos casos contradictorias que constituyen el todo.
En ella existe el caos y el orden, la certidumbre y la incertidumbre (Morin,
E., 2001). Hay una idea de conjunto, de totalidad no analizables que tienen carácter
hologramático, holístico y dialógico. En los fenómenos sociales esta mirada es
adecuada por la ausencia de linealidad causal, por la heterogeneidad en los
fenómenos que estudia, por la presencia del azar.
Para
el estudio de la realidad desde la complejidad se ha planteado el enfoque multirreferencial. Este
concepto hace referencia a la posibilidad de conocer la realidad en tanto
compleja desde distintas perspectivas. Son miradas diferentes que se articulan
con el fin de comprender el fenómeno complejo, pero no se subsumen unas en otras.
En palabras del autor: “La realidad, la
situación, el fenómeno complejo serán objetivados, mirados, escuchados, entendidos,
descritos en función de enfoques y de sistemas de referencias diferentes,
aceptados como definitivamente irreductibles unos a otros, y necesariamente
traducidos por lenguajes distintos, que suponen entonces que se requiere para
tal trabajo la capacidad de ser políglota” (Ardoino, J., 1993).
El
objetivo de este enfoque no es el de controlar, sino el de comprender el
fenómeno. Ardoino propone dentro de este, lo que él denomina un modelo de inteligibilidad
que implica analizar el objeto a estudiar desde la articulación de lo
institucional, lo organizacional, lo grupal, las interacciones y lo individual.
Articular estas perspectivas no significa buscar la armonía y la comprensión de
una totalidad en forma armónica sino respetar la heterogeneidad del fenómeno y
sus contradicciones.
En
conclusión, trabajar dentro del paradigma de la complejidad y del enfoque
multirreferencial significa:
•
Aceptar la presencia del desorden, la indeterminación, lo singular y lo
diferente junto con la regularidad y el orden como componentes del fenómeno a
estudiar.
•
Considerar la presencia de la causalidad compleja como forma de comprensión del
fenómeno.
•
La imposibilidad de aislar totalmente el objeto de estudio del campo del cual
surge.
•
Utilizar distintas teorías y disciplinas para indagar acerca de los planos de
significación indicados en el punto anterior. Se buscará la articulación de las
miradas sobre el fenómeno y no su síntesis.
Referencias consultadas:
complejidad y multirreferencialidad
MODERNISMO Y POSMODERNIDAD
Modernidad y Posmodernidad. Esclarecimiento de los conceptos
Modernidad y Posmodernidad entre el Humanismo Histórico y la Razón Escéptica
MODERNISMO Y POSMODERNIDAD
Categoría tan utilizada como
escasamente esclarecida, la de “posmodernidad”, se refiriere a las condiciones culturales que se
han dado a nivel planetario en las últimas décadas, caracterizadas por la
producción de una nueva modalidad de subjetividad. Esta subjetividad es
oscilante, variable, sin centro fijo ni continuidad de sentido y convicciones.
De tal modo, da lugar a un comportamiento que se ha descripto como light, poco comprometido con los otros
y con las grandes causas éticas y políticas de interés colectivo o universal.
Así, lo posmoderno alude a un sujeto fijado
sobre sí mismo, sumido en una modalidad de neonarcisismo
que resulta post-ético, al menos en relación a las éticas normativas que
caracterizaron la modernidad. Este abandono de los grandes criterios de
orientación axiológica que se pretendían universalistas y propios de una razón
que los fundaba, conlleva una moral más cercana a la privacidad y al uso de los
placeres, lo cual, según ha descripto G.Lipovetski, configuraría sujetos que pueden
derivar hacia el sin-sentido, pero que no padecen los males modernos de
exigencias tiránicas a las cuales adaptarse, y que se encontrarían en mayor
relación de conformidad consigo mismos que los de generaciones anteriores.
Por supuesto, comprender lo
posmoderno implica entender en qué consistió la modernidad, como tiempo
dominado por la subjetividad. No, por cierto, la subjetividad del arte ni la
del rito, la de lo afectivo o lo expresivo, que es precisamente lo que dicha
modernidad confinó hacia el olvido o hacia los márgenes. Se trata de la
subjetividad racionalista que pretende el conocimiento objetivo del mundo a
fines de dominarlo, en el sentido que Descartes planteó paradigmáticamente. Desde ese punto de vista, se trata aquí del
sujeto de la conciencia, sujeto puesto al dominio, y por ello al cálculo
racional como ejercicio primario de la existencia.
La modernidad tuvo como propósito, entonces,
poner a la razón en el estricto sentido de razón calculatoria en el centro de
su proyecto. Proyecto de dominio científico-técnico del mundo, el cual estaría entonces
ofrecido a una “visibilidad” que permitiera el acceso empírico a tal mundo,
objetizado como lugar de mirada de la ciencia.
El núcleo central de la
modernidad residía en la emancipación del individuo, siempre visto como un
momento de una totalidad mayor. Ahora, según la pretensión de la
postmodernidad, el individuo goza de plena libertad y de una posibilidad
instrumental de elección ilimitada. Si bien es cierto que el orden de dominio
tecnocientífico producido por la modernidad capitalista ha situado al hombre
como un “súper hombre” de la racionalidad, y en cuanto tal controlador de la phisys natural y humana; no
necesariamente este tipo de dominio lo ha hecho más libre. Al contrario, y es
de interés señalar, el dominio de la razón técnica ha fracturado el ámbito de
la razón práctica, procurando mayores niveles de alienación. De modo que el
concepto de individuo que le sirve como panacea no es otro que el concepto de
un principio de individualismo egoísta y egocéntrico del beneficio y la
ganancia. Un individuo “liberado” a sí mismo de toda responsabilidad de sus
valoraciones es un sujeto, precisamente, como la postmodernidad preconiza, sin
historia; o en el mejor de los casos al margen de ella.
El derecho a la diferencia es el
derecho a la fragmentación social desde el individualismo liberal. No hay una
recuperación humanista del individuo, tan sólo una visión de mercado y de
intercambio. La postmodernidad viene a justificar, en consecuencia, un modo de
vida, sin solidaridad ni projimidad. Frente a esta ideología nada debe ser
normado ni prohibido, todo debe ser y estar liberalizado por su propio movimiento
de desorden y caos. Hay espacio para todas las expresiones, por antagónicas que
sean. Lo disímil e inespecífico a la vez. Es un mundo donde las contradicciones
más flagrantes pasan por unívocas o analógicas; donde nada contradice el
“sentido común” de la realidad; donde la realidad está sometida por el orden de
la infrarealidad o hiper realidad, sin que se produzcan sobresaltos deontológicos
Modernidad y Posmodernidad. Esclarecimiento de los conceptos
Modernidad y Posmodernidad entre el Humanismo Histórico y la Razón Escéptica
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