martes, 11 de junio de 2013

MODERNIDAD, POSMODERNIDAD Y DEMOCRACIA



Dentro de los discursos difusionistas las conceptualizaciones más convencionales y recurrentes sobre la modernidad han sido articuladas desde lo que podríamos denominar relatos difusionistas. En este tipo de relatos, se parte de la premisa de que la modernidad se asocia a una época y un lugar determinados. Es decir, la modernidad no sólo se la sitúa temporalmente sino que también espacialmente, identificándola con un tiempo lugar específico. El tiempo histórico y el orden geográfico se encuentran interrelacionados, solo se pueden separar analíticamente. En estos relatos difusionistas, la imaginación histórica y la imaginación geográfica son expresión de la fijación de la modernidad en un tiempo y lugar determinados. A partir de esta doble identificación temporal y geográfica, se constituyen los relatos difusionistas que, con ciertas variaciones, plantean que la modernidad se originó en Europa hace unos siglos (dependiendo de los autores varían los «hechos» que marcan esta temporalidad) y desde allí se ha exportado, con mayor o menor éxito, a otros lugares y gentes no europeos.


La propuesta posmoderna, a grandes rasgos, fundamenta su disquisición lógica- discursiva bajo dos postulados: la irracionalidad de la razón y la des-legitimación de la revolución. El primero, ingenuamente descarta a la razón en sí, no pondera su "fuerza" (Kraft) liberadora, mientras que, el segundo renuncia abiertamente a la lucha por la transformación social. El "mito de la modernidad" (Dussel, 2001) –y sus consecuencias- deben ser confrontadas desde una mirada crítica y global.

Significa el poder del pueblo, aunque Aristóteles no hablaba de democracia sino prefería hablar de politeia: el régimen político de los ciudadanos. Ese régimen político de los ciudadanos, que utilizamos a través de la palabra poder del pueblo o democracia, tiene una clara resonancia con la definición que da Lincoln de ella: gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo.
Otros consideran que democracia es el ejercicio de la soberanía del pueblo a través de los órganos de gobierno, y en este sentido se encuentra la Constitución Mexicana, que claramente afirma que la soberanía reside en el pueblo, y éste la ejerce a través de los órganos de gobierno federal, estatal, municipal. Muchas veces se centra, con razón, en el aspecto político, pero no puede reducirse al aspecto político, aunque en su origen el término sí tiene sentido político muy claro.

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